Nos sentamos en uno de esos tantos sitios que habia en la carretera camino a Lurin, eramos mi hermano, el viejo y yo, recordando cada año que pasamos juntos, viendo el polvo elevandose torpemente, percibiendo los sonidos de la carretera, que siempre son iguales y que esa mañana nunca los habia sentido tan inherentemente familiares.
Recorde en ese momento esas mañanas de antaño, esas mañanas en las que yo todavia estaba en el colegio y mi padre nos levantaba temprano, nos lanzaaaaaaaba un grito amable desde la sala - cocina y saltabamos de la cama al baño, los dos, peleando por un poco de jabon para lavarnos la cara, uniformandonos raidamente de gris, alistando los libros en la mochila que ambos compartiamos; ese recuerdo era una triste felicidad que uno mira de lejos, sosteniendo el alma y el corazon en un impulso desaforado de lagrimas que uno siempre va a contener de mala manera. Subiamos al camion destartalado, y navegabamos la carretera lentamente, pidiendo permiso a los demas, compartiendo una experiencia que me marcaria toda mi vida. No recuerdo mucho los trayectos, siempre dormia, siempre trataba de ganar algo mas de sueño para no dormirme en clase, para no lucir desganado cuando mi padre regresaba.
El camion se detenia y no hacia falta que nos despertara el viejo, saltabamos del vehiculo en un latido descompasado y empezabamos la descarga rutinaria como si fuese la primera vez que lo hicieramos, con ganas, con animo, haciendo sentir al viejo que no era un castigo lo que estabamos haciendo, sino mas bien un sacrificio familiar.
A mis muchos años mire al viejo, ya carcomido por el tiempo y la sal, mire mis manos rotas y desquebrajadas, mire a mi hermano, el me miro a mi.
- Dos tazas de leche caliente para los niños - dijo el viejo, - para mi lo de siempre - agrego.
Me senti como hijo del heroe del mundo, mi hermano se sintio igual. Mi padre nos miro y nos acurruco con la mirada.
Recorde en ese momento esas mañanas de antaño, esas mañanas en las que yo todavia estaba en el colegio y mi padre nos levantaba temprano, nos lanzaaaaaaaba un grito amable desde la sala - cocina y saltabamos de la cama al baño, los dos, peleando por un poco de jabon para lavarnos la cara, uniformandonos raidamente de gris, alistando los libros en la mochila que ambos compartiamos; ese recuerdo era una triste felicidad que uno mira de lejos, sosteniendo el alma y el corazon en un impulso desaforado de lagrimas que uno siempre va a contener de mala manera. Subiamos al camion destartalado, y navegabamos la carretera lentamente, pidiendo permiso a los demas, compartiendo una experiencia que me marcaria toda mi vida. No recuerdo mucho los trayectos, siempre dormia, siempre trataba de ganar algo mas de sueño para no dormirme en clase, para no lucir desganado cuando mi padre regresaba.
El camion se detenia y no hacia falta que nos despertara el viejo, saltabamos del vehiculo en un latido descompasado y empezabamos la descarga rutinaria como si fuese la primera vez que lo hicieramos, con ganas, con animo, haciendo sentir al viejo que no era un castigo lo que estabamos haciendo, sino mas bien un sacrificio familiar.
A mis muchos años mire al viejo, ya carcomido por el tiempo y la sal, mire mis manos rotas y desquebrajadas, mire a mi hermano, el me miro a mi.
- Dos tazas de leche caliente para los niños - dijo el viejo, - para mi lo de siempre - agrego.
Me senti como hijo del heroe del mundo, mi hermano se sintio igual. Mi padre nos miro y nos acurruco con la mirada.
¿que toca el winamp?
:I am loco ILL NIÑO.
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