miércoles, diciembre 09, 2009

ROMA IV: ERES ARROGANTE, MUY ARROGANTE

Desde la última prueba, el octano de postulantes ha cambiado, su deferencia con Roma es distinta, su actitud avasalladora de vencer y mejorar se ha perdido en el camino del falso triunfo y la eólica gloria, ha sucumbido ante la enemiga natural del imperio romano: la arrogancia.

Entre los que ya se creían merecedores a la ciudadanía romana se encontraba uno de muchos salvajes que estaban en la búsqueda del reconocimiento del titulo romano; un africano de estatura promedio para Roma, de corazón ofuscado por premuras sentimentales y de extremidades alargadas, semejantes a las de las algunas tribus nómades del desierto.

- He conseguido lo que nadie de mi tribu ha conseguido, soy el primero y el único de mi estirpe que podrá pisar Roma sin que me confundan con esclavo- profirió a grandes voces el salvaje africano para ser escuchado por todos los demás.

- Hermano, no pierdas el camino, el cielo es el limite de Roma, no delires grandezas, piensa en la volátil voluntad de los dioses, muchos llegaron y no pudieron terminar el difícil transito que significa ser romano – aconsejo el larguirucho y reciente ciudadano romano Mezam.

El africano no se detuvo a ver quien aconsejaba desde lejos. Se sentía omnipotente, se veía omnipresente, pensaba de manera equivocada.

Roma transcurría con la continuidad con la que se forja un imperio, los romanos ya viejos e incólumes dialogaban sobre los últimos alcances de tal o cual colonia, de tal o cual villa, de tal o cual extensión mínima del imperio, todos se vanagloriaban de los inmensos brazos de Roma. La esencia del imperio eran ellos mismo y los logros conseguidos a través de tanto tiempo de servir a Roma.
El salvaje africano era considerado uno mas por los romanos antiguos, pero el se pensaba igual, se vanagloriaba frente a los esclavos que trascurrían en las aceras fuera de la cúspide de Roma. Su ego había crecido, su ego lo había dominado, su ego y la arrogancia lo había consumido. Su caminar era otro, su presencia se había distorsionado, y los otros postulantes a ciudadanos romanos lo habían advertido, su cambio había sido advertido por los que antes el africano consideraba iguales.

- Hermano, no eres tú – dijo Mezam el reciente ciudadano romano. – La vil arrogancia te ha hechizado, estas siendo participe del engaño mas cruel, caminas por las nubes de la impertinencia, regresa de ese viaje, regresa con nosotros, los dioses no siempre estarán de nuestra parte – concluyo el larguirucho ciudadano.

- Mi logro es comparable a las grandes victorias romanas, Yo soy el único de mi estirpe que ha alcanzado esto, Yo soy y seré el único de mi casta que sepa lo que es hacer y sufrirse como romano – agrego el africano de largas extremidades – Yo me he logrado solo, los dioses nada tienen que ver en esto- enfatizo y ultimo el africano a viva voz.

El aire frio de Roma y los suspiros somnolientos de los demás postulantes a la ciudadanía romana elevaron las palabras del salvaje africano hacia el gran Olimpo, hacia el reino de los dioses.
- Eres arrogante – pensó Marte, el dios de la guerra – Muy arrogante. Tomo entonces la forma humana de Lembs y descendió hacia la misma ciudad de Roma.

Camino por entre los mortales sin que nadie lo reconociera y cuando encontró la mirada soberbia del africano se dirigió hacia donde se encontraba este y profundamente lo guardo en su memoria para siempre.

- Ven - le dijo Marte convertido en el capitán Lembs, el dios Marte se dirigió desde lo alto del atril romano que conducía a la gran sala de los viejos héroes de glorias pasadas. Sus pisadas resonaron en el gran salón romano, detrás de él entro el salvaje.

- El honor y la gloria por siempre capitán Lembs – dijo el africano en tono respetuoso.

- Tu te has forjado en base a esfuerzo y determinación – empezó diciendo Marte- Eres una forma distinta entre los tuyos, eres un pensamiento diferente entre tus iguales, pero eso no te basto, querías vanagloriarte sin ningún limite, el ego te consume- agrego Marte- el ego que destruyo ciudades y fortalezas, el ego que hace sucumbir a los mas grandes romanos te ha consumido.

- Capitán, no es ego lo que me consume – interrumpió el africano – es la certeza de haber logrado algo que nadie como yo ha logrado jamás, soy la prueba del sacrificio y la entrega- agrego el salvaje equivocadamente.

- No eres nada, no has logrado nada y mientras yo no decida lo contrario tu serás nada, desde ahora tu tendrás la misma categoría que los demás postulantes - exclamo el capitán dejando oír su voz en todo el salón.

Roma se detuvo un minuto, una parte del corazón del africano murió en ese momento. La arrogancia lo abandono y el ego también, entendió lo equivocado que estaba.

-No serás mas ni ciudadano, ni hombre romano, eres lo mismo que los demás, tu lo has buscado y los dioses te lo han dado- dijo Marte convertido en el capitán Lembs - ¿te parece justo postulante? – pregunto el omnipotente dios.

Un segundo, luego otro, luego miles…

- Si, si me parece justo- dijo el salvaje – ¿Puedo retirarme? – pregunto conteniendo las lagrimas con furia.

- Retírate- agrego Marte.

Roma no descanso, el corazón del africano tampoco, esas noches no pudo dormir pensando en lo que acontecería los días siguientes. Decidió que no volvería a poner un pie en Roma. Desde el Olimpo Marte lo observaba; eres arrogante pensó el dios, muy arrogante.

LOONEY TUNES

Nunca fui el conejo de la suerte, nunca fui ese Bugs Bunny, al que siempre le salen bien las cosas, siempre vi como ese conejo, con su postura irreverente y su infinita zanahoria era la solución andante de todos los demás personajes, yo nunca fui él.
Mi prima, si la mas chiquita, me regalo una vez una taza del demonio de Tasmania, me dijo que yo era el, reí y la compramos entre los dos, no tomo café ni ninguna bebida caliente pero siempre llevo esa taza conmigo, nunca la uso, pero siempre esta ahí. Cuando fui creciendo he querido ser considerables ocasiones El pato Lucas, siempre rebelde y siempre gritando alguna tontería, he querido ser como el, por que es una amenaza para el mismo, es el secundario mas importante, es la peculiaridad hecha risa, es el amante de la vida de los demás, es la envidia hecho personaje. Nunca fui el pato Lucas, así lo haya intentando muchas veces.
Durante un tiempo de mi vida fui como Pepe Lepou, fui el perseguidor de las que nunca me correspondieron, mi hedor no era olor en si, eran actitudes mías, mi estela de humor nauseabundo eran acciones que siempre se repetían y que ahuyentaban a cualquiera, no lo entendía en ese momento.
Ya cursando 25 años he entendido que yo siempre seré Willy Coyote, persiguiendo un sueño interminable hecho de patitas de correcaminos, siempre seré el coyote autosaboteable, con sus productos marca ACME, con las ideas mas descabelladas para conseguir su objetivo, siempre seré el Willy Coyote en zapatillas impulsadas por cohetes, chocando contra el muro de la realidad, siempre seré el que tras caer del abismo rebota mil y un veces sobre su mismo error, arrancando las carcajada de los espectadores, siempre seré Willy Coyote por que también me gusta perseguir el sueño infinito, me gusta soñar que voy a alcanzarlo y que por bep! bep! Se escapa de entre los dedos.
Soy Willy Coyote y espero que algún día pueda atrapar ese sueño hecho de patitas de correcaminos.